ROMPERTE EN MIL PEDAZOS para RESURGIR DE NUEVO...

04.04.2023

Hoy, hablando con un buen amigo mío, me preguntó por qué le temía a amar de nuevo y aunque no tengo una respuesta clara, sí que, en el fondo, sé la razón por la que me da miedo a abrir mi corazón a alguien (una vez más). 

     Y no, no penséis que he sido un chico con cientos de relaciones (serias o no), pero sí que he de reconocer que tras mi última relación llegué a romperme en tantos pedazos que, pese a haber vuelto a unirlos, pese a haber intentado volver a ser aquel chico risueño, positivo, romántico e iluso, por desgracia, no pudo ni creo que pueda serlo. 

    Fueron muchas las razones por las que me sentí mal por depender tanto de esa persona, del mundo que me había vendido tan bonito, tan maravilloso y a la vez tan falso. No obstante, soy consciente de que el único culpable aquí soy yo por haber creído en él, por haber confiado en esa persona y por haberle dado ese poder sobre mí durante algún tiempo. 

     A día de hoy, después de 10 años, todavía sigo roto por dentro. Roto porque consiguió alejarme de mis amigos, consiguió anularme por completo y como ya os digo, hoy me da miedo a ser yo mismo porque ya no sé ni quién soy. Porque me miro al espejo y no me reconozco. Porque miro mi reflejo y me da asco lo que veo y no sé cómo cambiar esa mentalidad, ni cómo pedir ayuda.

    No sabéis lo duro que es sonreír siempre y mantener el tipo cuando por dentro estoy destrozado y aterrado. Cuando por mi mente solo pasa la idea de huir, de escapar de todo. Antes, cuando era más joven, le temía a la soledad. Hoy, le temo a no encajar nunca en ninguna parte y a no recuperar esa alegría que siempre llevaba por bandera. 

     Cada vez me cuesta más conocer gente y no sé por qué: soy un tío majo, competente, cariñoso, responsable... o, eso creo. Hay días en los que estoy en casa y a no ser que vaya al gimnasio o a comprar al súper, no hago nada más que pensar en cómo los días pasan y mi vida se va cada vez más al garete. 

     Algunos pensaréis, llegado a este punto que soy tonto porque lo tengo todo para ser feliz y que no necesito a nadie para aspirar a ello y tenéis razón. Aunque no sé cómo hacerlo ya que aun estando rodeado de mucha gente, me siento solo. Me siento triste y me doy cuenta de ello e intento arreglarlo, pero lo único que consigo es caer más hondo en este puto agujero que me asfixia y me deja sin aliento. Que me hace llorar a escondidas y desear estar solo para no tener que darle explicaciones a nadie de lo que hago o dejo de hacer. Refugiándome en la música y en la comida. Encerrado en mi dormitorio que es el único lugar donde me siento seguro. 

En fin, como dice una mujer muy sabia: "hay que saber quererse a uno mismo y eso empieza por darte valor a ti mismo. Por romper esos pensamientos intrusivos que no sirven para nada, pero que te destrozan por dentro". Y es duro, por supuesto que sí. ¡Muy duro! Pero como en toda tormenta, al final siempre sale el sol y yo he de encontrarlo me cueste lo que cueste.

Tan sólo espero que ese día llegue pronto. Por ahora, voy centrándome en mi faceta como autor y estoy muy ilusionado con mi nuevo libro. En él estoy volcando mucha de esta frustración y el dolor que me provoca mi propia existencia para crear algo puro. Para que todo el que lo lea, encuentre en esas palabras un hálito de vida, de esperanza. Esa esperanza que tanto necesito yo...

No sé por qué os cuento todas estas miserias y no es por daros pena, ni mucho menos. Sino por mostraros una parte de mí que muy poca gente sabe y que a partir de este momento, dejará de ser un secreto para darme la oportunidad de cambiar. Para intentar cerrar esas viejas heridas que todavía sangran e intentar a toda costa conseguir ver esa luz. Ese sol.

No soy nadie para daros ningún consejo tras lo que os he escrito, pero si me lo permitís: No dejéis nunca de ser vosotros mismos/as. No permitáis que nada ni nadie os robe esa sonrisa que os ilumina la mirada y que os envuelve de un halo especial y mágico y, sobretodo, si necesitáis ayuda, pedidla. Yo pienso hacerlo. No os avergoncéis nunca por ello.

JC SANZ