Hoy os cuento un secreto...

08.02.2023

¡Hola amigos! 

Hoy no vengo a venderos ninguno de mis libros ni a hablaros de mis historias, pero sí que tiene que ver con ellas indirectamente, ya que nunca os he dicho qué fue lo que me hizo coger un día un bolígrafo, un trozo de papel y empezar a contar qué me sucedía. 

Para que lo entendáis quiero que me acompañéis al pasado próximo, más concretamente unos treinta años atrás (sí, a mi también me sorprende darme cuenta cómo el tiempo pasa tan rápido sin darnos cuenta). 

Por aquel entonces, yo apenas contaba con diez añitos y mi maestro Don Francisco nos pidió escribir un texto breve, una historia corta que luego tendríamos que leer ante los compañeros. Yo, ni corto ni perezoso, cogí mi boli "Bic" azul y empecé a escribir una historia de un chico al que no le gustaba jugar al fútbol y todos sus compañeros se reían de él por ello, e incluso aprovechaban la ocasión para insultarlo, para gritarle que era mariquita y ya de paso pues le empujaban o le hacían la zancadilla para verlo caer y seguir burlándose de él. 

Recuerdo la cara de Don Francisco leyéndolo al corregírmelo. De vez en cuando me miraba de reojo y yo sentía cómo mis mejillas se incendiaban, pero era una realidad que quería que se supiera. Por aquel entonces no sabía lo que significaba ser valiente o este término que tanto nos gusta decir a viva voz para sentirnos parte de una sociedad moderna. 

Supongo que ya sabéis a qué término me refiero, pero es que "bullying" ha existido siempre y no es nada nuevo que se haya descubierto ahora en el siglo XXI. 

Podría definir qué es sin ni siquiera acudir a la RAE. Para mí esa palabra no es más que sentirte mal contigo mismo, por tener gustos diferentes, por no entrar en la norma. Por no ser igual al resto de chicos que te rodean... 

Como os digo, tampoco conocía lo que significaba ser valiente, pero aquella mañana Don Francisco terminó de leer mi relato, se levantó de su silla y tras mirarme a los ojos durante varios segundos que para mí fueron minutos, me abrazó y me prometió que nada de eso volvería a pasarme estando él delante. 

Mis compañeros no entendían nada, pero con toda la calma del mundo, me ordenó sentarme en mi mesa y él, tras apoyarse en el filo de la suya, se quedó mirándolos a todos con una mirada triste, supongo que decepcionado por ver cómo unos niños podían ser tan crueles con un compañero. 

Ese día fue el comienzo de un cambio de mentalidad. Muchos de los que me insultaban o se burlaban de mí, dejaron de hacerlo. Otros, en cambio, optaron por seguir en sus trece y cada vez que podían, me pegaban. 

Raro era el día que llegaba a casa callado y enfurecido por lo que me hacían. Había veces que me abrazaba a mi madre y lloraba durante un buen rato al no entender por qué me hacían o me decían aquello cuando yo no insultaba a nadie ni le hacía daño a nadie. 

Os preguntaréis a qué viene todo esto... 

Pues bien, aquel niño inocente que por aquel entonces no entendía a qué se debía el trato que recibía por parte de los que creía que eran sus amigos, aprendió a ignorarlos. Aprendió a hacer caso omiso a sus burlas y empezó a defenderse. Ese niño creció, más por dentro que por fuera y les plantaba cara a todos y cada uno de sus acosadores hasta dejarles bien claro que le importaba una mi**** todo lo que le decían o hacían. Que él no pensaba cambiar por ello, al contrario, ellos eran los que debían cambiar su forma de ser pues demostraban ser escoria y como tal, lo único a lo que podían aspirar es a ser unos seres mediocres de mayores, sin sueños ni metas que cumplir. 

Pero eso ya es otro tema del cual quizás os hable otro día... o no, ¡quién sabe! 

Recibid un fuerte abrazo.

¡Se os quiere! 

JC SANZ